martes, 30 de diciembre de 2008

¡Odio esto! ¿Por qué me pasa a mí? Siempre como una tonta, pensando sólo en tonterías... Siempre me pasa lo mismo.
El otro día, estaba con mis amigos hablando, cuando al mirar hacia un lado para ver a la gente pasar, vi a una amiga mía acercarse con un chico. Él era alto, moreno, no sé, tenía pinta de ser un chico muy simpático, y bastante tímido. Rosa, mi amiga, nos presentó, se llamaba Pablo. Estuvimos hablando un buen rato, todos haciéndole preguntas: de dónde venía, de qué instituto venía, dónde vivía ahora después de que se había mudado... Y mientras todos hablaban, me dio la impresión de que Pablo me miraba la mayor parte del tiempo. ¿Serían imaginaciones mías o no les hacía mucho caso al resto? Ay, madre mía, empezaba a sentir ese calor tan familiar en mis mejillas... ¿por qué ahora? Ya me imaginaba a mí misma tan roja como un tomate...
En ese momento, gracias a Dios, mi amiga Rosa interrumpe mis pensamientos:
-¿Qué harás en estas vacaciones Raquel? ¡Que ya hemos terminado un trimestre!
-Sí, por fin... pues no sé, quedar con vosotros, espero.
- ¡Por supuesto!- me encantaba cómo era Rosa, siempre se apuntaba a todos los planes con una felicidad... nunca en estos dos años, la he visto triste o enfadada- Este viernes si quieres, podemos ir a bailar en alguna discoteca.
- Claro, ¿por qué no?
Después de hablar y de pasear toda la tarde, llegó la hora de volver a casa. Mis padres aún no estaban en casa, sólo mi hermano, por lo que me limité a saludarle, y marcharme a mi habitación a encender mi ordenador. Como siempre, este viejo trasto tarda en encenderse, así que me bajé a la cocina y me cogí una bolsa de patatas y una Coca-Cola. Cuando cogí la bolsa me imaginé a mis amigos diciéndome: "Cómo no, Raquel siempre comiendo". No pude evitar una sonrisa. Con la bolsa y el refresco en mano, me subí a ver si el ordenador ya se había encendido. Cuando vi que así era, conecté el Messenger. Siete mensajes nuevos, y una petición de un contacto para que le agregase... ¿quién será? Su dirección era bastante rara, así que le di a aceptar, para luego ver quién era la persona en cuestión. Estaba conectado. Abrí la ventanita para hablarle pero él se adelantó:
- Hola, ¿qué tal?
-Hola, bien, ¿y tú?
- Muy bien, gracias.
-Ehm... lo siento, pero... ¿quién eres? - vaya conversación más ridícula, y ya mi pregunta... ojalá pudiera borrar esta última frase, pero ya era tarde, le di a enter.
- Soy Pablo,- ¿Pablo? ¿Sería el de esta tarde? A lo mejor era otro Pablo...- nos hemos conocido hoy, soy el amigo de Rosa.- No se había equivocado pero, ¿cómo había conseguido Pablo mi dirección de Messenger? ¿Se lo habría pedido a Rosa, MI dirección?
Tardé en contestarle, intentando procesarlo todo. Seguramente había pedido la dirección de todos mis amigos, y sólo me estaba comiendo la cabeza, como suelo hacer... o no. ¿Qué le contesto? ¿Qué le digo? Escribí unas palabras:
- Ah, ya sé quién eres, perdona-¿por qué le pido perdón?-. Oye, me tengo que ir a preparar la cena y todo eso, que ya es un poco tarde. Hablamos otro día, ¿vale?
-OK, nos veremos.- Cerré la ventana, y cambié el estado en el Messenger a No conectado. Necesitaba hacer otra cosa, para quitarme los pensamientos de la cabeza.

***

Pasaron tres días y ya por fin era viernes. Rosa me llamó para ver si el plan seguía en pie, y para ver a qué sitio podíamos ir a bailar, y después, a cenar. Me dijo que algunos amigos se apuntaban a nuestra salida y me recordó que tenía que llevar dinero para pagar la cena. Así que poco después de colgar el teléfono, les recordé a mis padres que iba a salir toda la noche, y me subí a mi cuarto a cambiarme y a coger el poco dinero ahorrado que tenía en ese cerdito de hucha.

Cuando terminé de coger las cosas más importantes (el dinero, las llaves, la cartera con el carné de identidad...) Rosa me hizo una perdida al móvil como señal de que me estaba esperando en la puerta de mi casa en el coche de sus padres. Bajé corriendo las escaleras, me despedí de mis padres y salí de casa. Allí estaba ella. Allí estaba él. Me paré en seco al verle en el asiento de atrás mirándome. Me acerqué lentamente al coche y abrí la puerta del asiento de atrás.

-Pablo se ha apuntado también. Venga, rápido, no podemos perder tiempo Raquel.

-Hola- saludé a todos, la madre fue la primera en responderme y luego él.

Todo el trayecto estuve callada mirando por la ventana las calles que pasábamos, y de vez en cuando, veía con el rabillo del ojo su mirada en mí. Otra vez entraba esa vocecilla asquerosa en mi cabeza diciéndome esas tonterías que no tenían sentido... Intenté no hacerle caso.

Llegamos por fin a la puerta de la discoteca, y nos reunimos con el resto del grupo. Entramos en la discoteca y vimos a un montón de gente bailando y pasándoselo en grande. Dejamos los abrigos en un guardarropa, y fuimos a bailar. Nos metimos en el ambiente, bailamos con mucha gente que no conocíamos, y nos reímos a más no poder. De vez en cuando le miraba, y la mayoría de las veces le encontraba mirándome cómo bailaba. Hasta que pasó: cambió la música por completo... la música se suavizó, y me di cuenta que era un baile de parejas. Noté un golpecito en el hombro y me giré. Ahí estaba él, sonriéndome, pidiéndome bailar con él. Acepté, y ese calor que odio tanto, recorrió mis mejillas en dos segundos. Miré a mis amigos, y ellos estaban ya en parejas bailando al ritmo de la canción. La vocecilla era ya insoportable, ya estaba gritándome en mi cabeza todo eso que quería ignorar en este momento. La canción era larga. Cada cierto momento, él se me acercaba más, hasta que nuestros cuerpos se juntaron totalmente. Me recordó a las películas donde los chicos de instituto hacían el baile de fin de curso. "Que cursi", pensé. Unos minutos después, la canción cambió, y nos separamos. Me dedicó una sonrisa, y yo automáticamente le respondí con otra. El resto del día, estuvo bailando cerca mío sin dejar de mirarme. Cuando ya estábamos cansados y teníamos hambre, salimos de la discoteca y nos dirigimos a nuestro restaurante favorito. Nos sentamos en una mesa grande, y la camarera se acercó para ver que queríamos de bebida. Él estaba sentado en frente mío pero intentaba no mirarle, porque me parecía que seguía mirándome. Me sentía algo incómoda...

Cenamos muy bien, la comida estaba riquísima, como siempre. Ya llegó la hora de volver a casa. Nos despedimos de nuestros amigos, y volvimos a quedar solos Pablo, Rosa y yo. Rosa llamó a su madre a ver si podía venir a buscarnos, lo que significaba estar unos minutos más en su espera.

A los diez minutos llegó, y me llevó primero a mi casa. Me despedí de todos y me fui corriendo a mi casa. Necesitaba soltar a esa maldita voz de mi cabeza, necesitaba descansar.... Esa noche soñé con él. Ya está, lo tengo que admitir, me gusta. Pero lo he estado negando todo este tiempo, que idiota...

***

Pasó otra semana, y no me podía quitar de la cabeza si le volvería a ver... hasta que pasó. Quedé con Rosa y una amiga, Ana, y cuando las vi, vinieron muy felices a saludarme, no sé qué les pasaba.

- ¡Hola Raquel! ¡Cuánto tiempo!- Rosa me dio dos besos en las majillas, y luego Ana.

-Hola chicas, sí, mucho tiempo-Ana me asustaba ya con esa sonrisa suya, de oreja a oreja- ¿Pasa algo?

-Ana tiene una gran noticia, pasó ayer-me dijo Rosa, y seguidamente miré a Ana expectante.

-¡Tengo novio! ¿Y a que no sabes quién es?- madre mía, si que está contenta por tener un novio, será por que es su primero, que mona. Le seguí mirando impaciente, sonriéndole para animarla a continuar.- ¡Es Pablo! ¿Sabes quién no? El que nos presentó Rosa.

En ese momento, me quede paralizada, la sonrisa desapareció en un momento por la "gran noticia" que me acaban de dar. Trágame tierra, eso, trágame tierra y entiérrame a lo más profundo para que no pueda escapar. Le sonreí como pude, pero me quede con cara de idiota...de lo que soy, una idiota. ¿Por qué me pasa a mí? Que ilusa soy.

No quiero malgastar más tiempo...

Después de haber estado planeando estos últimos días cada momento de mis cortas vacaciones de navidad, me he dado cuenta de que he perdido el tiempo a más no poder. Siempre me pasa lo mismo, planeandolo todo, para que en el último momento haya un ligero cambio que lo estropee.
Mis amigos se fueron al final a su pueblo y yo, sin embargo, me quede aquí sola, sin nada que hacer.

Las tardes se hacen largas, y la forma en que las aprovecho es estar tirada en el sofá, viendo la tele, leyendo, o sino con mi portátil conectada en internet esperanzada de que alguno de mis amigos se conecten y pueda al fin hablar con ellos, hasta que me acuerdo de que en su pueblo no tienen ordenadores, o señal de internet.

Mis padres me animan a salir con ellos alguna tarde, al cine, o de compras...pero no sé por qué, después de haberme tirado tanto tiempo tumbada, me siento más cansada y con menos ganas de hacer algo... Luego llega Nochebuena, salgo con mi familia a reirme y a pasarlo bien con mis tíos y primos, pero mis tíos están ya algo mayores, y volvemos a casa más pronto de lo normal. Tampoco me quejo, porque, como ya he dicho antes, cada día estoy más cansada. Unos días despues será Nochevieja. Mis hermanos saldrán con todos sus amigos después de las uvas, y yo, sin embargo, me quedaré en mi casa, porque mis amigos no estarán...

Pero bueno, ¿qué demonios hago? No debería rendirme tan pronto. Son mis vacaciones, y no debería malgastralas. Así que, me pondré a buscar cosas que me puedan entretener, que me hagan conocer nueva gente, y me pueda divertirme con ellos. No quiero pasarme las vacaciones con el mando en la mano embobada mirando a la pantalla sin ni siquiera saber que rayos estoy viendo, no soy ese tipo de personas, y no lo pretendo ser. Ya he perdido algunos días, pero puedo recuperar ese tiempo perdido, y terminar el año tan bien como empezó.