Todo lo que tenemos en la actualidad se podría decir que ha pasado por una fase de diseño. En esta fase, el creador ha tenido que fijar los criterios de su proyecto. Estos criterios pueden ser prácticos y/o estéticos. En la sociedad actual se ha interpuesto un tercer criterio: la economía de mercado con su característica primordial que es la máxima rentabilidad.
En primer lugar, un diseño se basa en la necesidad del consumidor potencial. El producto que se diseña, tiene que cumplir una función práctica para solventar las necesidades del cliente. Tiene que acomodarse a un amplio rango de preferencias y habilidades individuales.
Otra función principal del diseño es la estética, cada persona tiene una idea diferente de ella, por lo que hay que diseñar para toda clase de gustos, e intentar englobar a la mayor parte del sector consumidor.
La estética sirve para llamar la atención del cliente, ayuda a atraer a los consumidores y les crea la necesidad del producto. La rentabilidad implica que el producto deje unos beneficios suficientes. Para ello, es necesario considerar los materiales a utilizar, los costes de fabricación y por último los costes de distribución.
Un diseño no solo tiene que ser bonito, también tiene que ser útil. Además, los diseños deberían adecuarse para proporcionar bienestar, comodidad o facilidad en su forma de uso y su finalidad (proporcionar un tamaño y espacio apropiados para el acceso, alcance, manipulación y uso, atendiendo al tamaño del cuerpo, la postura o la movilidad del usuario, etc.). Debe ser un objeto totalmente funcional.
Sin embargo, para aumentar el consumo, los productos son diseñados de tal forma que no sean del todo “perfectos”, es decir, estos productos van a tener por defecto una esperanza de vida no demasiado larga de tal forma que el consumidor necesite comprar un nuevo producto.
Desde otro punto de vista, el diseño también puede tratar de marcar tendencias en la historia. Modas. A lo largo de la historia ha habido distintas épocas en el que el diseño seguía unas pautas o tendencias diferentes, según la cultura o ideales del momento.
Como conclusión, el diseño sirve para todos. Todos en general somos consumidores, que tenemos nuestras necesidades y compramos productos diseñados para ayudar a solventarlos y hacer una vida más cómoda con mayores facilidades. Beneficia a los consumidores y también al diseñador que venderá sus productos.
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¿Y tú qué piensas sobre el tema? Ô,ò
Este era un trabajito que nos mandaron que no podía ocupar más de una cara, por eso soy tan escueta en la mayor parte del texto.
Espero que os guste ;D
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